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El Mostrador/ Macarena Segovia.- El hecho es visto como el bautismo de la fuerza emergente, un hito político que es mucho más que una... El choque contra la pared del Frente Amplio: veto a Mayol marca el bautizo de la coalición en las grandes ligas de la política

El Mostrador/ Macarena Segovia.- El hecho es visto como el bautismo de la fuerza emergente, un hito político que es mucho más que una operación electoral, pues es la muestra de un proceso de crecimiento duro y complejo. Tensiones más y menos que le dan vida a un conglomerado disputado entre fuerzas más de izquierda, bisagras y socialdemócratas. Según los analistas, nada comparado con los escándalos que han vivido en la Nueva Mayoría y Chile Vamos.

«Sin temor a equivocarme, este debe ser el momento más difícil por el que haya pasado nuestra naciente coalición, el Frente Amplio”. Con esta frase, el diputado y militante de Revolución Democrática (RD), Giorgio Jackson, definió el momento de crisis que vive el frenteamplismo, tras el veto a la candidatura de Alberto Mayol por el distrito número 10.

Es un momento complejo, que más allá de la chimuchina política, los audios de WhatAspp, el sinfín de comunicados públicos y volteretas políticas, devela un camino de construcción y maduración orgánica y política que aún “está en proceso, prácticamente en pañales”, reconocen desde el conglomerado. Y es que, concuerdan los analistas políticos, al FA le habría pasado la cuenta  un problema de definición de candidatos que es más que natural entre distintas fuerzas políticas.

La pugna por el distrito 10 ocurre después que en Chile Vamos se viviera un panorama similar. “A Sebastián Keitel lo bajaron brutalmente de la plantilla parlamentaria de Chile Vamos, pero Sebastián Piñera logró cuadrarlos a todos y salir muy bien parado de esta situación, recalcando que tiene capacidad de direccionalidad”, consigna el analista político Andrés Cabrera.

La situación al interior del Frente Amplio es muy distinta. La trama parlamentaria lleva meses sacando ronchas y se volvió un proceso complejo, tanto por “inexperiencia política” o porque “no han vivido otros procesos de negociaciones parlamentarias”. Para las fuerzas con más años del FA es claro que “los jóvenes son más sensibles”, indican desde la coalición, donde reconocen que ya habían surgido denuncias internas por conductas “matonescas” y roces entre distintas fuerzas. “Lo único que estaba claro es que es una olla a presión que en algún momento nos iba a explotar encima”, puntualizan.

El proceso de negociación se llevó a cabo en la mesa electoral del Frente Amplio, espacio que definió el veto a Mayol y que ha sido ampliamente criticado por las bases y fuerzas del bloque. Hasta el mismo diputado Jackson reconoció que se desligó “completamente” del tema. “Esto yo lo dejé absolutamente en manos de las directivas de los partidos. Quizás debí haberme involucrado por mi experiencia política”, planteó, enfatizando que “soy un candidato y dije que yo no tengo ningún miedo a ninguna competencia”.

El bautizo político, la boda roja del Frente Amplio

Claramente este ha sido “el bautizo político del Frente Amplio”, su “entrada a las grandes ligas y con ello un golpe contra el cemento de la realidad”, reconocen desde el núcleo dirigencial. Este punto es importante para el analista Andrés Cabrera, quien considera que “estamos ante un proceso de crecimiento y su entrada formal en esos términos al mundo político. Lo importante de estos procesos es tomar las crisis como una oportunidad para sacarse ese velo de purificación y demostrar que en la política se juegan elementos sumamente conflictivos”. Sobre todo, agrega, porque la fractura aún se mantiene abierta.

“Es necesario que esta crisis permita comprender que en política existe la conflictividad”, sostiene Cabrera. Y es que en el Frente Amplio parecen tenerle un miedo inconmensurable a mostrar el conflicto. “La ropa sucia se lava en casa”, expresó hace un par de semanas el ex presidente de RD Miguel Crispi. La exposición y el asedio de los medios “nos ha llevado a ser erráticos en un primer momento, pero de a poco volveremos a la normalidad”, reconocen desde la mesa política del FA.

La principal crítica que ha provenido desde las coaliciones tradicionales apunta a la visión purista y hasta virginal que había construido esta fuerza emergente. Sebastián Piñera indicó que en Chile Vamos “hay unidad, progreso y futuro” y no dudó en calificar el acuerdo parlamentario al que llegó la derecha como “un ejemplo para la unidad de todos los chilenos”. Desde la Nueva Mayoría, hasta Mariana Aylwin se refirió al caso: “Bajada de Alberto Mayol, al más rudo estilo de política de cálculo y puro poder de los ‘superiores’. Costo para Giorgio Jackson y Beatriz Sánchez”, escribió en Twitter.

Más allá de que para la mayoría del frenteamplismo estas frases sean parte de un aprovechamiento y “patudez política”, reconocen que han cometido una serie de errores en el camino. Lo dijo el presidente del PH, Octavio González: “Ha habido muchos errores (…) no son solo de Alberto, sino de todas las fuerzas, porque aquí hay un montón de errores que se han cometido desde las primarias y tenemos que hacernos cargo”.

Estos ‘errores’ y la construcción de “un aura de personas que no tienen conflictos internos con la política”, le ha traído altos costos al FA, a juicio de Cabrera. La disputa por el distrito se convirtió “en un campo de batalla, precisamente por asumir una disputa electoral, con la serie de tensiones que esto implica, a pesar de que se ha intentado mantener una pantalla en la que no existe conflicto al interior del Frente Amplio”.

Esta negación “puede traer consigo malas prácticas, pero en otras dimensiones, distinto a lo de la Nueva Mayoría y Chile Vamos, que conflictúan en relación al dinero y la política. Ese no es el tipo de conflicto que hay acá, sino que, por ejemplo, se tensionan procesos de democratización interna. Hay un conflicto político evidente y creo que eso es lo que está presente ahora”, agrega Andrés Cabrera.

Desde el Movimiento Autonomista aseguran que no existe un miedo al conflicto, que “el Frente Amplio es un conjunto de organizaciones distintas, con miradas diferentes en muchos horizontes políticos, pero con una lectura y salida compartida, y nos reconocemos en esa diferencia”. Recalcan que la capacidad de asumir los errores, al menos en su organización, ha estado siempre presente. “Se escuchó a los distintos sectores y nuestra dirección nacional replanteó la definición original. Si eso no es muestra de hacer una nueva política, no sé qué es”, recalca un dirigente interno de MA.

Más allá de los egos, la disputa de la hegemonía y el poder

En el proceso mucho se ha hablado de una disputa entre dos personalidades al interior del frenteamplismo: la imagen de Giorgio Jackson (RD) y Alberto Mayol parece ser una mezcla de agua y aceite en los medios de comunicación. Pero desde la coalición consideran que esta lectura no es más que una “ilusión” de la pantalla chica. “No es que no haya una pugna de fuerzas, de poder, pero no es una pelea de egos… bueno, en un caso puede ser”, indican desde la mesa política del Frente Amplio.

Mayol ha dicho varias veces que Revolución Democrática, y específicamente el diputado Giorgio Jackson, han levantado una “operación” al vetar su candidatura, frase que provoca eco desde hace un mes, cuando el mismo sociólogo advertía que desde este sector “socialdemócrata” buscaban detener las propuestas más de izquierda que él planteaba en su  programa presidencial.

“Todo el episodio Mayol-RD, en definitiva tiene detrás pugnas y tensiones internas en diversos planos, pero no es entre Mayol y Jackson. Creo que Mayol personificó su crítica hacia el FA –a toma de decisiones de manera cupular, lo cual es cierto– en la figura de Giorgio; pero creo que en esta pasada Giorgio es inocente”, reconocen desde el ala “más de izquierda” del frenteamplismo.

Lo que sí habría quedado en evidencia en este proceso de crisis son las diversas pugnas entre los distintos movimientos y tendencias internas que componen el Frente Amplio, “además de intentos de quedar mejor posicionados al interior de la coalición”, apuntan desde su núcleo político, lo que quedaría expresado en los numerosos comunicados y apariciones en los medios.

De este modo, describen a Revolución Democrática y al Movimiento Autonomista como “un bloque hegemónico”; a la Izquierda Autónoma y el Partido Poder como “un bloque intermedio que busca ganar espacios de conducción”; a Nueva Democracia y el Partido Igualdad, como el intento de “construir un discurso más duro y de izquierda”; y al Partido Humanista y Ecologista Verde como partidos que cumplen el rol de “bisagra”.

“Todos quieren quedar mejor posicionados y han ocupado la coyuntura Mayol para sacar provechos particulares”, indican.

Es en este contexto que se abriría la pregunta de cuánto poder tiene RD en este proceso de repartición de roles. En opinión de Cabrera, lo que queda en evidencia es que “Revolución Democrática tiene la fuerza de imponer un veto a una candidatura puntal, en un espacio de conducción”, por lo tanto, quedaría claro que “puede tener la fuerza de imponer la tesis de apoyar a Alejandro Guillier en segunda vuelta, por ejemplo”.

Este hecho sería uno de los principales nudos que despertó el caos al interior del FA, más allá del cupo para Mayol y del mismo conflicto que traería consigo el carácter del sociólogo y sus continuas tensiones con el conglomerado. “La posibilidad de que haya tal capacidad concentrada en una sola fuerza, podría desequilibrar aún más los procesos internos”, recalca un dirigente nacional del Frente Amplio.

Centralización del poder y falta de orgánica

Para el analista político y militante de Revolución Democrática, Renato Garín, el problema de fondo y que explica de una u otra forma esta crisis, es que “el Frente Amplio ha colocado demasiados recursos y demasiada energía en un solo lugar, el distrito 10. Si bien en la primaria se obtuvo allí un buen resultado, fue a costa de los otros distritos metropolitanos, especialmente en la periferia, que no ha sido prioridad ni para el Frente Amplio ni para el comando presidencial».

Para Garín, el Frente Amplio nacional “se fue confundiendo con el FA de Ñuñoa, Providencia, Santiago. Todas las reuniones allí, toda la atención allí, los candidatos con más recursos ahí, la campaña de primarias ahí, y así por delante. Algunos dirigentes del FA operan como si al sur de Avenida Grecia hubiera dragones y monstruos marinos».El también candidato a diputado por el FA agrega que “las listas parlamentarias periféricas han estado en un tercer lugar de prioridad para el comando presidencial. El D10, para el FA, puede transformarse en un equivalente del antiguo D23 para la derecha. Es decir: un ‘fortín’ electoral que define el relato del conglomerado”.

Otro problema ha sido la construcción territorial y la mirada más “horizontal” de construcción política. “Se tiende a hablar de la protección a las decisiones de las bases, que ellos deben mandar, pero finalmente no se puede negar que hay espacios de poder cupulares”. El punto sería, señalan desde el FA, que todas sus fuerzas “tienen mecanismos de legitimación y aceptación-rechazo de políticas a nivel interno. El problema es que, como gran parte de las organizaciones son nuevas, aún no poseen una orgánica lo suficientemente robusta para resolver diversos problemas que requieren la participación o el consenso mayoritario.

Es un problema orgánico que ha sido indicado por Alberto Mayol como el principal punto que dejaría en un mal pie al Frente Amplio, ya que asevera que no ha existido un debido proceso respecto al veto parlamentario. Según Andrés Cabrera, la carencia de una “máquina bien aceitada para resolver temáticas como estas” ha dejado en evidencia “un déficit institucional, sobre todo porque se les cae el argumento. En términos orgánicos es un elemento a considerar, para calcular el cómo se llegó a una situación como esta”, sostiene.

El analista se pregunta si están los organismos institucionales asentados para dilucidar este tipo de conflicto, “porque son temáticas que tensionan. Por ejemplo, con la situación en Venezuela pasan cosas similares, solo que ahora se dio mucho más potente”.

Otro foco de conflicto es la dificultad de conciliar en una sola orgánica las diferencias de opinión que tienen las doce fuerzas que integran el FA. “Es peligroso meter al FA en una generalización”, ya que “hay organizaciones que han decidido apostar por distintos tipos de políticas”.

Por ejemplo, señalan que la Izquierda Autónoma “ha dicho públicamente que su forma de construir políticamente no pasa por lo territorial, sino por el avance sectorial y el fortalecimiento de la reflexión intelectual”. Por otra parte, “Revolución Democrática ha optado por una forma de organización distinta, donde lo territorial parece estar en segundo o tercer orden –no como definición política sino que como un ‘hecho concreto’–». Sin embargo “en el FA hay organizaciones políticas que han hecho de la construcción territorial su sello… como Igualdad y Ukamau mayoritariamente”.

Es toda esta inexperiencia de fuerza emergente, el supuesto velo de pureza política, sumado a las tensiones entre territorio y centralismo, bases y cúpulas, además de las distintas lecturas del modo de generar orgánica y la pugna por el poder y hegemonía de la línea interna, lo que ha desencadenado esta suerte de boda roja del Frente Amplio que “difícilmente será olvidada”. Sus dirigentes creen que “se superará con relativa facilidad, principalmente porque es un problema más mediático que efectivo”.

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