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Julio Cámara C./ Consejero Regional – CNCA          El 21 de diciembre del año en curso se cumplirá el 110 aniversario de la masacre de... De homenajes y otras deudas…

Julio Cámara C./ Consejero Regional – CNCA         

El 21 de diciembre del año en curso se cumplirá el 110 aniversario de la masacre de la escuela Santa María de Iquique, una fecha que no obstante su tremenda relevancia histórica a nivel nacional e internacional, en el plano regional suele pasar casi desapercibida para la ciudadanía, entremedio del cierre de las actividades escolares  y los afanes y preparativos de las fiestas de fin de año.

Resulta penoso constatar que a 110 años de este trágico suceso aún no honramos ni reconocemos de manera digna la memoria de los hombres y mujeres de la pampa que ofrendaron sus vidas por mejores condiciones laborales. En primer lugar, una tarea pendiente de los propios iquiqueños, tan inclinados a destacar virtudes identitarias y a resaltar y glorificar otros sucesos de la historia militar y deportiva.

Razones para tal nivel de “amnesia colectiva” por cierto que existen y son de variada explicación, pero, coincido con quienes sostienen que la principal omisión está a nivel de la educación, y en la ausencia en la malla curricular escolar de estos terribles hechos represivos que enlutaron más de una vez los campamentos salitreros.

En el lugar donde ocurrieron los hechos, la escuela Santa María, que hoy exhibe pomposamente el título de “Liceo Bicentenario”, sobrevive en su exterior un modestísimo monolito construido en 1957, y remodelado en 1992, y cuya precaria presencia en el sector tampoco concita una atención mayor, a excepción de la denominada “gente de calle”, que merodea permanentemente por el sector.

En 2007, con ocasión del Centenario, y por la connotación simbólica de la fecha, se construyeron un par de memoriales en la línea de homenajear a los mártires de la escuela. Así, se levantaron dos construcciones, muy precarias también, ubicadas cada una en los cementerios N° 1  y 3.  La primera, con recursos municipales, tuvo un costo de 15 millones de pesos, y la segunda, financiada con fondos asignados directamente por el Ministerio del Interior, alcanzó la modesta cifra de 35 millones.  Todo muy económico.

En tal contexto, de deudas históricas pendientes y de economía en la asignación de recursos,   no es de extrañar la polémica pública originada por el “Homenaje al salitre”, obra de discutibles méritos artísticos, y  cuya pretensión sería relevar la memoria histórica de los hombres y mujeres de la pampa, y que alcanzó un monto de 400 millones de pesos, aportados por la empresa que tiene la concesión de la ruta y la intervención del MOP como unidad técnica.

De los antecedentes conocidos hasta hoy, se sabe que dicho “Homenaje…” es el resultado de un concurso público en el que habrían participado 90 proyectos, algunos elaborados por profesionales locales, siendo el ganador la polémica obra constituida por dos grandes muros de madera pintadas de negro y sostenidas por pilotes.  Y claro, entre las muchas críticas y cuestionamientos, no han faltado aquellas que apuntan a un mejor uso de dichos recursos si de reconocimientos  y homenajes hablamos.

Como tampoco han faltado las opiniones de algunos “expertos en arte” locales, que descalifican las críticas achacándolas a la ignorancia  y al desconocimiento de quienes no estarían “al día” con las tendencias en boga en materia artística.  Al respecto, y desde la óptica de quien no tiene ninguna pretensión de experto en la materia, una obra de arte que necesita de explicación para entender su significado o motivación, no es obra de arte. Más aún, si asumimos que la historia que quiere representar es la vida de los hombres y mujeres de la pampa. De sus luchas sociales, de las represiones sufridas. Es una historia de esfuerzo en un desierto hostil, de amor a la vida, de solidaridad, de sangre sudor y lágrimas.  Las deudas siguen pendientes…                                                                                       

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