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Víctor Guerrero Cossio. Dr. en sociología. Académico UNAP La irrupción de masiva ayuda voluntaria, especialmente de jóvenes, para colaborar en tareas de rescate y... Voluntariado social: recompensa, hastío y temor

victor guerrero c. ComenVíctor Guerrero Cossio. Dr. en sociología. Académico UNAP

La irrupción de masiva ayuda voluntaria, especialmente de jóvenes, para colaborar en tareas de rescate y ayuda luego de los terremotos e incendio, se ha transformado en tema luego de que en Valparaíso las autoridades lo frenaran debido a haberse transformado en parte del problema.

Es importante entender que hay detrás de tal reacción estatal frente a un acto generoso en momentos de extrema y urgente necesidad de ayuda para cientos de compatriotas que necesitan recuperar su espacio vital cuando la naturaleza o sociedad les ha arrebatado todo. Por cierto hay mucho tema detrás de esto.

La actual tendencia de la sociedad a actuar sin Estado mediante, debido al hastío de la gente por las perversiones de la burocracia estatal y la clase política, es una respuesta de carácter sociológica y marca una tendencia interesante y grave a la vez, lo primero por irrumpir un fenómeno nuevo, lo segundo por revelar una conducta de irreverencia contra las instituciones destinadas por la sociedad moderna para ser el pegamento social.

Sin embargo también es relevante preguntarse por las motivaciones de los jóvenes a desplegar su energía y capacidades para entregarlos a la sociedad damnificada, puesto que también aquí operan ciertos mecanismos grupales detrás de recompensa y legitimación social. Aquí se observa lo contrario a ese lugar común: No estoy ni ahí, instalado hace algunos años, puesto que ayudar es todo lo contrario a ello.

Así, tras el despliegue generoso y desinteresado por concurrir a las zonas de catástrofe, que concentra a los ayudistas en los espacios más visibles, como ser cadenas humanas para trasladar recursos; levantamiento de viviendas; saneamiento de espacios y organización de actividades lúdicas; indica que el hecho no es del todo desinteresado, pues al menos tiene el trasfondo de la recompensa social. No se animan a colaborar en lugares poco visibles, donde muchas veces las autoridades o líderes deben extremar sus llamados para que los socorristas se animen a llegar.

También debemos entender que las catástrofes han permitido reconocer ciertos hechos cruciales y más allá de sus consecuencias inmediatas, por un lado el miedo del Estado a la organización social voluntaria e independiente; y por otra los jóvenes, que aprovechan el momento para ganar legitimidad y recompensa social como categoría de sujetos.

Tarea pendiente entonces es lograr articular los esfuerzos que hacen el Estado y la ciudadanía, hoy con preocupantes signos de tensión y alejamiento. Malo para la necesidad de ayuda y peor para la cohesión social.

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