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Víctor Guerrero Cossio/  Dr. en Sociología. Académico UNAP En las últimas semanas se activó la discusión acerca de los proyectos  hidroeléctricos y termoeléctricos en... Termoeléctricas y desarrollo regional

victor guerrero cVíctor Guerrero Cossio/  Dr. en Sociología. Académico UNAP

En las últimas semanas se activó la discusión acerca de los proyectos  hidroeléctricos y termoeléctricos en la región de Tarapacá, principalmente en aquellos que se proponen instalar en las áreas de San Marcos, Chanavallita y Pisagua, que amenazan el borde costero en su conjunto.  La importancia del tema energético en la región y las consecuencias que tendrían los proyectos mencionados exigen un pronunciamiento urgente de las autoridades, a fin de que las soluciones a la industria no se obtengan a costa de los trabajadores artesanales y residentes costeros pobres.

Las voces que más han resaltado en la discusión han sido los habitantes de las caletas mencionadas, estudiantes y profesionales jóvenes ambientalistas que los apoyan, y últimamente el senador Rossi que se manifestó con respecto al proyecto de Pisagua. Sin embargo hay ausencia de una posición clara de las autoridades, tanto del nivel regional como provincial y comunal.

Por cierto la materialización de nuevos proyectos y la continuidad de aquellos que ya operan en la región dependen de contar con energía suficiente, materia en que la región de Tarapacá actualmente es deficitaria. Por ello no hay que cerrar los ojos con respecto a la necesidad de facilitar nuevas fuentes energéticas, pero es necesario que las autoridades resguarden el interés de todos, impidiendo tecnología que base su menor costo económico en mayores costos ecológicos y sociales.

En los últimos veinte años la región de Tarapacá ha crecido explosivamente en economía y en población, pero también lo ha hecho en desigualdades sociales y riesgos ambientales, tal contradicción ha generado insatisfacciones que disminuyen notoriamente las bondades de la expansión producida en estas décadas prodigiosas.

El problema que ha llevado a esta contradicción entre la producción industrial y la reproducción de la vida, expresada en el deterioro del medio ambiente, es la racionalidad instrumental de los proyectos económicos, centrada en una óptica unidimensional y cortoplacista, conducente al lucro individual o corporativo.

La solución requiere de un cambio radical en la evaluación de los proyectos, incorporando participación social y una lógica sustantiva, basada en una óptica multidimensional y de largo plazo, que resguarde los intereses de todos, incluyendo las generaciones futuras de tarapaqueños que merecen ser considerados en el usufructo actual de la naturaleza.

El proceso actual de contaminación lo facilita la ausencia de resguardo estatal, instrumentos ambientales hostiles con la ciudadanía y carencia de planificación estratégica, privilegiando por omisión los aspectos socioeconómicos y   perjuicio ecosocial.

 Los eslabones débiles han sido los trabajadores y los residentes costeros, pero a ellos se debe agregar la ciudadanía toda, víctimas de un proceso carente de sustentabilidad ecológica y social. Es la hora de que los luchadores ambientales, que carecen de los medios financieros que poseen sus antagonistas empresariales, sean apoyados por la ciudadanía movilizada y principalmente por las autoridades públicas, que se pronuncien y faciliten la esquiva normativa ambiental.

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