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 Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación PRIMERA PARTE  La Teletón también se está realizando en Méjico y con las mismas características de la... El negocio de la Teletón

 haroldo quinterosHaroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación

PRIMERA PARTE

 La Teletón también se está realizando en Méjico y con las mismas características de la versión chilena. Como Méjico, a diferencia de Chile, es un país inmenso, con sus más de 100 millones de habitantes, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no dejó pasar así no más la  “cruzada del amor,” y su Comité de Expertos en Materia de Políticas de Salud acaba de emitir, por vez primera, una resolución contra el evento, señalando, entre otros conceptos, que la Teletón “promueve estereotipos de las personas con discapacidad como sujetos de caridad.”

Vale decir, la denuncia que este tipo de actividad es ajena a la vía del derecho –cuestión de Estado- en el trato de la Salud pública, y en su lugar, consagra la limosna –cuestión de privados- como método. A esta declaración de la ONU, se sumó la Asociación Nacional de Discapacitados de Chile, a través de su vocero y presidente Alejandro Hernández,  que acaba de señalar: “Luego de más de 30 años trabajando por la integración social y laboral en discapacidad, es necesario y urgente que el comité de la ONU (que se pronunció contra la Teletón de Méjico) sugiera al gobierno chileno no seguir aplaudiendo esta campaña que se realiza también en Chile desde 1978 (…) aplaudir la Teletón es celebrar la discriminación y segregación en que viven las personas con discapacidad en nuestro país.”

A pesar de lo desagradable y nada fotogénico que pueda parecer, en medio de tanta apabullante marea de propaganda hoy reinante en torno a la Teletón, estas dos declaraciones obligan a volver al tema de este espectáculo, que además de exaltar la limosna sobre el deber del Estado de hacerse cargo de la salud de la población, no es más que un negociado en el que se utiliza, contra toda ética, la difícil situación de los niños discapacitados, y más específicamente, de los provenientes de los sectores sociales de perfil económico más deprimido. El origen de la Teletón no es otra cosa que la indefensión y abandono en que se encuentran muchos niños discapacitados, lo que convoca espontáneamente a la población a actuar. Este vacío, a su vez, da lugar a un suculento negocio, oculto en un aura de falsa generosidad.

Un poco de historia: Mario Kreuzberger no es el inventor de la Teletón, sino el cómico estadounidense Jerry Lewis, que la bautizó en inglés como “Telethon,” en referencia a la conocida carrera olímpica (“Marathon”, en inglés). Las diferencias entre la Telethon de Lewis y la Teletón de Kreuzberger son enormes. Primero, Kreuzberger copió a Lewis circunscribiendo su show sólo a niños, mientras que la Telethon de Lewis cubre a todo tipo de discapacitados. Genial idea desde el punto de vista comercial, porque la imagen melodramática de niños sin brazos o piernas atrae a muchas más personas a comprometerse en la campaña. No puede ser así en Estados Unidos, porque allí la Ley no admite abusar del sufrimiento humano a través de la televisión, y menos de niños, cualquiera sea el  objetivo que se pretenda conseguir con ellas.

 II PARTE

 La Telethon de Lewis es una sencilla colecta pública, sin empresas donantes previamente seleccionadas. Es un  misterio cómo estas “empresas patrocinantes”  obtienen cupo en la Teletón; tanto así que en una versión anterior, el ex-alcalde de las Condes, el UDI Francisco Javier de La Maza, denunció a Kreuzberger de “actitudes mafiosas,” señalando textualmente: “la Teletón no puede estar anexada a empresas que pagan por participar bajo condiciones que desconocemos y no tengo por qué autorizar campañas publicitarias de empresas que están haciendo un negocio con la Teletón.» ¡Vaya denuncia!  Así que “las empresas pagan por participar” en la Teletón  bajo condiciones que no se conocen.

 ¿A quién le pagan? ¿No debió De La Maza ser más explícito? Finalmente, Lewis no ha ganado un dólar con su “Telethon,” mientras que Kreuzberger, según revista “Qué Pasa” y diario “El Mundo” de España,  ganaría el 5% sobre los dineros que se recolectan. Si este dato fuese un infundio, Kreuzberger debiera desmentirlo formalmente e, incluso, querellarse, porque sólo así probaría que la Teletón no es su negocio personal. Como en la última Teletón la cifra final de recaudación fue de US$ 65.121.830 (Wikipedia, Teletón 2012), el animador habría ganado, sólo para sí, US$ 3.256.091 (al precio actual del dólar, casi dos mil millones de pesos). En todo caso, lo absolutamente indesmentible es que al final de la jornada, las “empresas Teletón” hicieron su negocio, sin amor ni generosidad por nadie.

La Teletón promovió sus productos, y el público, conmovido por la visión mediática de niños sin brazos ni piernas, los compró y volvió a comprar de manera selectiva. Llega la noche final con sus orquestas, cómicos, cantantes, vedettes y políticos que también hacen sus payasadas (cómo se van a perder esta gran oportunidad de cazar votos para las próximas elecciones). Por fin, las empresas abren sus chequeras. Resultado: no dieron un centavo, puesto que vendieron mucho más en el transcurso del período de promoción de la Teletón. ¿Cuál fue el incremento adicional de sus utilidades? Sería muy fácil averiguarlo: Muéstrese al público el promedio de las ganancias mensuales regulares en el lapso transcurrido desde la Teletón anterior, y luego compárese con el de los meses del período de promoción cubierto por la Teletón.

Entonces, si quieren que creamos en la generosidad de las “empresas Teletón,” una vez establecida esa diferencia, que la entreguen toda. Dicho técnicamente, estas empresas cobraron una comisión por el rol de intermediarios entre los verdaderos donantes a la Teletón, el público consumidor, y Kreuzberger. En beneficio de la moral pública y de la dignidad de los propios niños discapacitados, ya es hora que el Estado se ocupe de ellos; o en última instancia,  que las “empresas Teletón” den a esos niños el total de las ganancias adicionales obtenidas en la promoción, y no lucren con ellos.  Razón, entonces, tiene el presidente de la Asociación de Discapacitados de Chile Alejandro Hernández:  “La Teletón es el negocio del siglo para algunos, y al mismo tiempo el mayor atropello de los derechos humanos.”

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