Edición Cero

Daniel Ramírez G. / Ingeniero Comercial –  Economista Es irónico ver como un desacuerdo entre empresarios y uno de sus capataces de confianza, que reclama... El financiamiento de la Política

Daniel Ramírez comDaniel Ramírez G. / Ingeniero Comercial –  Economista

Es irónico ver como un desacuerdo entre empresarios y uno de sus capataces de confianza, que reclama una indemnización por despido injustificado de 2.300 millones de pesos, unos 9.200 “sueldos éticos”, comience a desnudar, como si fueran situaciones complementarias sin importancia, la podredumbre moral que hay bajo la alfombra de transparencia que pretender ejercer la política.

Enormes conglomerados financieros, que se alimentan de la salud y de los fondos previsionales de los trabajadores chilenos, financian a partidos políticos y a candidatos que defienden sus privilegios económicos y de pasada, eluden impuestos disfrazando este financiamiento a políticos, como gastos de la empresa.

En la sociedad en que vivimos, se ha asumido culturalmente que todo es factible de ser comprado y vendido, siendo parte de este gran mercado, algo tan delicado e importante para una sociedad que se presume democrática, como lo es la elegibilidad para un cargo de poder.

El ser candidato a algo es como ser un producto a la venta y por lo tanto, las campañas electorales se transforman en campañas de marketing, donde se trata de fijar en los clientes, perdón, en el electorado, una imagen atractiva, accesible y socialmente aceptable del candidato. Algo que desean adquirir, algo de lo cual quieren participar y que por lo tanto, tratarán de conseguir con su voto.

No recuerdo haber escuchado a algún candidato hablar sobre la necesidad de la regionalización ante el avance agresivo del centralismo, o sobre los dramas medioambientales generados por la explotación minera, o sobre la suciedad insultante de nuestra ciudad, menos aún sobre la ideología a el programa de su partido político, sin embargo, el candidato, que ojala tenga nombre extranjero, será ensalzado por su calidad profesional, o gráficamente porque tiene ojitos claros y se ríe agradablemente.

Este modelo de cómo obtener un representante popular, es el que ha impuesto el sistema y es, como es lógico, el que más acomoda a quienes construyeron esta sociedad.

Estos mecanismos tan ajenos e increíbles, mantienen a muchos de nuestros ciudadanos en la creencia de que realmente viven una democracia y  que los representantes que eligen, son personas elegidas gracias a sus buenas cualidades y que serán leales a sus promesas y deberes.

En este modelo, el que tiene más plata es el que puede hacer más y mejor propaganda, y por lo tanto, es inevitable que los partidos políticos aspiren a que las grandes empresas puedan aportar a los candidatos. Lógicamente, las empresas aportarán a los partidos que defienden su modelo empresarial y sus privilegios. PENTA tendría que volverse loco para aportarle dinero a Camila Vallejos o a cualquier candidato del  PC.

Todo esto nos  lleva a concluir que en la política no puede haber financiamiento de empresas y a mí me parece, que tampoco de privados dueños de empresas o con intereses en empresas. Personalmente creo que el financiamiento debiera ser 100 % estatal y absolutamente a todos por igual.

Si tuviera que haber financiamiento privado, creo que el aporte por persona debiera fluctuar entre el valor que el Estado le da a un voto en el gasto electoral, alrededor de $ 600, y el 50 % de un sueldo vital, alrededor de $ 112.000. Este tipo de financiamiento privado daría mayor oportunidad de llegar iguales a la contienda.

Entonces, lo que debe de quedar claro es que siendo las elecciones políticas, un evento que pone a los candidatos en condiciones de productos de consumo, no se puede dejar que el gasto  en propaganda para orientar ese consumo, esté en manos de quienes tienen todo el dinero. Si esto sucede, es evidente que quienes más gasten en propaganda, elegirán más candidatos. Por lo tanto, los elegidos no serán los representantes de los ciudadanos, sino que serán los representantes del dinero.

En cuanto a los castigos por transgredir las reglas electorales es lógico que el elegido transgresor pierda su escaño, pero también es lógico y conveniente, que sea castigado el  partido político que lo  presentó.

 

 

Los comentarios están cerrados.