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Periodista Anyelina Rojas Valdés/ Iquique /Edición Cero.-  Quien iba a pensar que el daño a un monolito que recuerda a dos ejecutados políticos, después de... Hecho histórico, Iquique: General de Ejército pide disculpas a organizaciones de DDHH por daños a monolito causado por 2 oficiales

JOHN GRIFFITHSPeriodista Anyelina Rojas Valdés/ Iquique /Edición Cero.-  Quien iba a pensar que el daño a un monolito que recuerda a dos ejecutados políticos, después de haber sido objeto de crueles torturas en un recinto militar, iba a terminar acercando posiciones entre el Ejército y las Organizaciones de Derechos Humanos. Y por iniciativa del mismo general en jefe de la Sexta División de Ejército, general de brigada, Jhon Griffiths Spielman. Es el primer militar de alto rango en pedir disculpas a familiares, víctimas por atropellos a los derechos humanos.

Vale recordar que el monolito por los ejecutados, se levantó en terrenos municipales, pero muy contiguo a la Escuela de Caballería Blindada, moderno recinto militar ubicado en la Avenida Salvador Allende de Iquique, donde antes estaba el Regimiento de Telecomunicaciones. Esta unidad militar ya desaparecida, fue uno de los 17 centros de tortura que funcionaron en esta ciudad y habitualmente fue un recinto de paso, para trasladar a los detenidos al campo de Presos Políticos de Pisagua.

En los últimos años se han ido abriendo espacios para avanzar  -lentamente, pero avanzar- en materia de atropello a los DDHH. En ese contexto La Corporación Memoria y Futuro, que en Iquique representa Luis Caroca, ex detenido, trabajó para levantar el memorial. Para ello se utilizó una roca de granitos, de unas 5 toneladas, a la cual se le instaló una placa de mármol, donde se cuenta en pocas y precisas palabras, la verdad de lo ocurrido.

Jorge Marín y William Miller, fueron torturados en el regimiento de Telecomunicaciones y trasladados por un portón al cementerio N° 3. Terminan muertos, los dos militantes de izquierda, pero también el soldado Pedro Prado Ortiz, De este último se dijo que murió como héroe en el cumplimiento de su deber, versión oficial que se desmoronó.

lugar de memoriaA 42 años después, se inaugura el memorial, este 11 de septiembre, pero dos días más tarde, en horas de la madrugada dos oficiales en servicio activo, se presentan en el lugar y dañan el monumento, cuyo costo bordeó los 3 millones de pesos, aportados  por organizaciones y ciudadanos sensibles al tema. Eso, sólo por cuantificar el daño material.

Los autores fueron sorprendidos por efectivos de la Escuela de Artillería Blindada y entregados a Carabineros. Se trata del teniente Mauricio Pacheco Urrutia, de la 2da Brigada Acorazada Cazadores y el teniente Pablo Henríquez, del Centro de Entrenamiento Acorazado. El conductor manejaba el móvil en estado de ebriedad, con 1.9 de alcohol en la sangre, quien esperaba presto a su compañero. Este, provisto de pintura spray y encubriendo su rostro con un pasamontaña, cumplía con el cometido de dañar el monolito.

EL DIA DESPUES

A 42 años del golpe militar y el día después de ocurrido el ataque al Monolito, el general de brigada, John Griffiths Spielman, se reúne con familiares de los ejecutados y el representante de la Corporación Verdad y Justicia, en un hecho inédito, porque, junto con tomar la iniciativa en la invitación para un encuentro que se verificó en el mismo cuarte general, el alto oficial, un general del Ejército de Chile, pide sus sentidas disculpas por el hecho agraviante y daño al monolito.

Ya antes, como dando un salto hacia adelante, al emitir un comunicado de prensa, para dar cuenta de los hechos, trata de señores a Marín y Miller, los mismos que 42 años fueron vejados por  otros hombres del Ejército de Chile. El dirigente Luis Caroca lo dijo antes del encuentro, en declaraciones a EdicionCero, “son otros tiempos, son otros hombres, que no pueden cargar con el pasado”, pero añadió que los militares deben desbloquear la información que tienen, para encontrar a los desaparecidos y que por fin, Chile pueda cerrar este ciclo nefasto.

Hay que decirlo, los familiares y representantes de organizaciones de Derechos Humanos, fueron con un gran signo de interrogación, sin saber los términos en que se daría el encuentro. Quizás rondaba la desconfianza, las posiciones pre concebidas, pero ninguno quiso condicionar a los otros, con sus temores e incertidumbre.

GERMAN VALENZUELAEl Abogado Germán Valenzuela Olivares, quien fuera fundador de la Comisión de Derechos Humanos,  en tiempos de dictadura, también enfiló al recinto militar pensativo. Y su condición de hombre de Derecho, le hacía pensar en términos de la legalidad y de la forma, pero intuía, que era un hecho absolutamente inusual en la historia reciente de nuestro país. Y más aún, teniendo como contexto lo que se ha llamado el “pacto de silencio”.

Pensaba y repasa los hechos recientes. Y sin duda, que la invitación del alto militar, Jhon Griffiths, era genuina: Denunció el ataque, puso a sus oficiales a disposición de la justicia, identificó a los tenientes, citó a los afectados, pidió disculpas.  Efectivamente, eso no ha ocurrido antes en Chile. Desde Iquique, entonces, se da un señal potente frente a un tema que aún divide a los chilenos.

Luis Caroca recordaba el llamado que le hiciera temprano este domingo, el alcalde Jorge Soria, quien le comunicó de otro llamado telefónico LUIS CAROCAdel General, quien le informaba de los hechos y a  través del edil –también ex preso político- le extendía la invitación a los afectados, para pedir las correspondientes disculpas. Caroca se quedaba con eso. Había que ir, pero tampoco en ese momento, imagina si quiera, que este hecho marcaría la pauta nacional.

Tras el encuentro, el general Griffiths Spielman, salió a despedir a la delegación a la puerta y de manera muy cordial.

Caroca sentía que era un paso importante el evento que acababan de protagonizar. No puedo evitar sí, recordar su paso por el Regimiento de Telecomunicaciones, los golpes que sufrió y que le ocasionaron un daño en su oído; y más doloroso aún, recordar el sufrimiento de sus propios compañeros, a muchos de los cuales, los vio ahí, por última vez. Pero el sol primaveral, más brilloso e intenso en la costa iquiqueña, frente a la cual se ubica el Cuartel General, le hacía estar expectante. También, como los otros integrantes de la comitiva, sentía que algo interesante podría pasar.

lisabeth millarLisabeth Millar, hija de William Millar, es una mujer alegro, cordial, cálidas. Incluso optimista, de aquellas que contagian a los otros con su forma de ver la vida, pese al dolor, al sufrimiento. Estaba inquieta, pero igual asomaba su relajada sonrisa en su rostro. Y pensaba en su progenitor, sólo en él; en en los otros compañeros, sólo en ellos. ¿Qué pasará con este general?, se preguntaba.

Y como mujer valiente que es, piso fuerte la entrada al recinto militar. Pero fuerte por la esperanza, por la nostalgia. Nada de odio ni de rencor, aunque el monumento dañado,  era en memoria de su padre.

HECTORHéctor Marín, hermano de Jorge, ejecutado y desaparecido desde octubre de 1973 declaró estar asombrado “porque el general nos atendió cordialmente, nos pidió disculpas y se comprometió, no a tener una guardia, porque el monolito está fuera de la unidad militar, pero sí a velar y mantener cuidado”.

Pero sin duda que a Marín, lo que más le llegó, es que el encuentro dio pie para abordar temas amplios de derechos humanos. Y el general conoció en un espacio de tranquilidad, el testimonio de los familiares, respecto de una búsqueda de 42 años, que no ha cesado.

“Creo que entendió nuestra posición. Esperamos que este sea un primer paso para seguir avanzando… es una luz de esperanza para nosotros”, señaló emocionado, quizás anidando la esperanza, que en algún futuro cercano, podrá saber en términos efectivo, que pasó con su hermano.

Y el general Griffiths, sin proponérselo, está marcando un hito en la historia de nuestro país, al tener el coraje de pedir disculpas por un acto vandálico perpetrado por oficiales del Ejército. Haber asumido mutismo o una posición a medias, sin duda que crearía una brecha más grande aún. Héctor Marín tiene razón: se abre, quizás no una puerta, pero una ventana por donde empiece a asomar a luz… en definitiva, la verdad.

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