Edición Cero

Tras un arduo trabajo, el médico iquiqueño, Eduardo Olguín, quien ha sido parte importante de la historia de nuestra ciudad, concretó el viejo anhelo... Emotivo lanzamiento del libro de Eduardo Olguín, «Memorias de un médico iquiqueño»

olguinTras un arduo trabajo, el médico iquiqueño, Eduardo Olguín, quien ha sido parte importante de la historia de nuestra ciudad, concretó el viejo anhelo de editar un libro con sus memorias. Pero no motvado en un afán personal, centrado en sí mismo. Por el contrario, dar cuenta del devenir reciente de nuestra ciudad, marcado por innumerables acontecimientos. Uno de ellos, el hallazgo de la fosa clandestina de Pisagua, donde participó como médico legista.

El lanzamiento del libro se realizó en el Colegio Médico, el que permitió financiar la edición del valioso texto. En la presentación, Eduardo Olguín, presentó un emotivo testimonio, que puede conocer íntegramento, a cotinuación.

DISCURSO 

En el presente Libro, titulado “Memorias de un médico iquiqueño” que hoy día estamos lanzando, junto a mi editora Ximena Veloso, están plasmados testimonios y vivencias, experiencias y anécdotas, recopiladas en la trayectoria del suscrito, en el ámbito familiar, escolar, universitario, profesional y ciudadano. Este Texto es fruto de un largo período de reflexión personal, que partió el año 2014, en el que fui registrando paso a paso dicha trayectoria dándole sentido al desarrollo progresivo del Libro. A mediados del año 2015, los lineamientos gruesos del Libro estaban estructurados, pero descubrimos que su publicación era compleja y su impresión cara.

Comenzamos entonces a buscar financiamiento local y regional, hasta que supimos que podíamos postular a los Fondos Concursables del Colegio Médico, presentándolo como Proyecto. Así lo hicimos, ganando dicho concurso, pues se cumplían los objetivos que exigen esos Fondos: reflejar que los médicos somos también personas integrales, comunes y corrientes, pese a que estamos investidos de un juramento profesional solemne de velar por la salud pública, ya que no sólo usamos nuestros talentos, inteligencia, conocimientos y capacidad para la clínica asistencial y para la investigación. Sino que también somos ciudadanos preocupados de otros aspectos que tienen que ver con la comunidad local, regional y nacional en que nos desenvolvemos, con lo cual esta iniciativa se está financiando con fondos del Colegio Médico y con aportes familiares, por lo que agradezco a mi Colegio y a mi Familia, su incondicional apoyo.

El Libro se refiere en gran parte de su contenido al Norte Grande, a nuestra querida región de Tarapacá, a Iquique, a Alto Hospicio. Pero también a  nuestra segunda patria geográfica, la ciudad de Concepción, y a nuestra capital, Santiago, puesto que mi trayectoria individual va transcurriendo principalmente en esos lugares. En el relato hay una secuencia generacional que le otorga el hilo conductor al Libro, y que se expresa en esta relación afectuosa narrada como “de mi querido abuelo a su querido nieto”, que traduce la importancia de la Familia en el desarrollo educacional de los jóvenes nortinos para el necesario ascenso social.

Justamente la idea para ordenar esta narración nace de dos cartas manuscritas familiares:

1) Una de ellas dirigida por mi Abuelo paterno don Eugenio Segundo del Tránsito Olguín Olguín a mi persona, su nieto, cuando el suscrito estudiaba medicina en Concepción.

2) La otra del Abuelo don Eduardo Olguín Ríos dirigida a su nieto Pablo cuando éste cumplía un año de vida. Confrontando ambas cartas, reflexioné profundamente en lo valioso y valórico que era esta comunicación inter generacional, y me proyecté viéndome a mí mismo ahora como Abuelo escribiéndole a mi nieto Pedro, aquí presente.

Entonces me pregunté:

¿Qué de valioso me comunicó mi Abuelo en toda la vida que tuve el privilegio de contar con su presencia física?

¿Qué de valioso le transmitió mi Padre a Pablo durante sus existencias compartidas?

¿Qué de valioso le comunicaré yo a Pedro?

Estructuré entonces este relato, un cuento que viene del tiempo de la crisis del salitre en el Norte Grande chileno, cuando mis Abuelos como muchos obreros bajaron de la pampa calichera al puerto grande, Iquique, asentándose ahora en la costa, en sus barrios, nosotros en el barrio El Colorado, para transformarse en pescadores, en ferroviarios, comerciantes y empresarios. Y entonces, descubrí que el empuje, la fuerza que ellos trajeron a Iquique, era una energía poderosa, que se reflejaba en el deporte (he ahí uno de sus lemas “Iquique tierra de campeones”), en el trabajo, en la educación, en el comercio, en las empresas.

En esa época, era común que los Abuelos vivieran con sus hijos y sus nietos, con todo lo bueno y lo malo que eso significaba en la convivencia diaria. En el caso nuestro, ganaron mucho los nietos, porque teníamos la sabiduría patriarcal cotidiana a nuestro alcance. Y de ella rescato una frase maravillosa de mi Abuelo Segundo, que nos repetía frecuentemente: “Yo obrero, mi hijo empleado, mi nieto profesional” como su más íntima aspiración vital y que traduce esa energía poderosa de los humildes que anhelan el progreso familiar mediante el esfuerzo generacional, la meritocracia chilena.

Debo señalar, orgullosamente, que la mayoría de los profesionales nortinos se han formado en este concepto familiar no sólo en el ámbito médico, sino también en otras profesiones, oficios y actividades. Fue así como fui guiado por esa aspiración patriarcal en mi infancia y adolescencia, fases en las que mis estudios primarios y secundarios eran mi primordial deber. “Ud a estudiar, iñor, no quiero que sea burro como su Abuelo”, me decía don Segundo, cada vez que le parecía que no me estaba esforzando.

Así llegó el tiempo de partir a la lejana universidad de la sureña capital penquista, la hermosa Concepción, para vivir experiencias estudiantiles y políticas tremendas. Sí, digo “tremendas”, porque a mi generación le tocó vivir la inquieta vida estudiantil y nacional social y política de los años setenta, en la que asistimos a un devenir que cambió completamente nuestro país. Al salir del Liceo de Hombres de Iquique, vivíamos los tiempos de la Patria Joven de Frei Montalva, al ingresar a la universidad los tiempos revolucionarios de Allende, y al egresar de ella, los tiempos de la dictadura. Este último período fue muy complejo, pues los ideales y utopías chocaban con la dura realidad.

Chile aspiraba al necesario cambio social en un contexto mundial de guerra fría. Desgraciadamente colapsó nuestra tradicional democracia y vivimos aterrados los horrores de la dictadura. Los errores políticos en conjunto con otros múltiples factores adicionales, se pagaron muy caro. Debemos aprender de ellos para no caer nuevamente en dictaduras ya sean de derecha o de izquierda que ahoguen la libertad. Aprendí que toda dictadura es mala y también que todo populismo es fatal para la economía de los países y trae la corrupción. Venezuela es un triste ejemplo en nuestros días.

 Los 22 colegas especialistas venezolanos que han llegado al Hospital Regional de Iquique, y a otros Hospitales de Chile lo pueden corroborar. Sobrevivimos a la dictadura. Se perdió parte de mi generación, asesinada, torturada, exiliada, aprendimos muy dolorosamente que la Vida, los DDHH, la libertad, la amistad cívica de todos los sectores, la tolerancia, la democracia y la paz social hay que cuidarla mucho. Por todo ello, este Libro está conectado con la realidad que me tocó vivir, aunque personalmente no tengo vocación política militante ni de liderazgo partidista, pero sí un pensamiento político, como ciudadano que soy de la Polis, de la ciudad, del país, en el alto y buen sentido de la palabra.

Este Libro de Memorias es entonces una perspectiva personal sujeta por cierto a errores, pero constituye más que un testimonio autobiográfico, un testimonio colectivo de mi generación desde mi personal punto de vista. En él describo el Iquique pre-Zofri, la vida democrática republicana, pero también el hiper ideologismo partidario, el estúpido fanatismo y la violencia política de inicios de los setenta. Y ocurrido el golpe, la cárcel, la desaparición de personas, la tortura y la cruel ejecución de detenidos. Terrible, tremendo, pero así aconteció en nuestro Chile del pasado reciente. Por eso este Libro de Memorias es un sentido homenaje a todos los caídos, a las personas fusiladas en Pisagua, de las cuales logramos recuperar algunos cuerpos, digo logramos, porque Dios mediante, tuve el honor de formar parte, como médico legista, de un grupo explorador que el valiente juez de Pozo Almonte, el magistrado don Nelson Muñoz Morales, logró conformar. Aprovecho de evocar en esta presentación, mis sentidos recuerdos para nuestro amigo arquéologo Olaf Olmos quien muy profesionalmente trabajó con el suscrito en estos peritajes forenses para identificar los cuerpos.

Pero también este Libro de Memorias es un Canto a la Vida, al sufrido retorno a la democracia, a la valiente resistencia pacífica ciudadana, a la emocionante campaña del No de nuestro pueblo. Nuestro Colegio Médico fue una de las instituciones ciudadanas integrantes de la Asamblea de la Civilidad que participó digna y activamente en esa gloriosa épica, y lo hizo por ética social. Varios de nuestros dirigentes médicos nacionales fueron encarcelados y otros exonerados de sus trabajos. Recuerdo la mítica marcha que hicimos silenciosamente, los médicos locales en el patio del Hospital Regional de Iquique con nuestros estandartes gremiales y delantales blancos de trabajo hospitalario, en defensa del Dr. Ricardo Vacareza, perdiendo el miedo ante las atónitas miradas de los agentes de la CNI, que nos fotografiaron, grabaron y filmaron, no sé con qué propósitos.

Pero pese a todo eso, llegaron tiempos mejores. Se impuso la cordura, la razón y la paz sobre la fuerza de las armas. 6 La democracia retornó tras dos plebiscitos en que el dictador tuvo que entregar el poder. Con el retorno a la democracia, vino un nuevo período donde los médicos pudimos aportar con mucha energía y entusiasmo a mejorar la salud pública chilena. Junto con destacados colegas como el Dr. Ramsés Aguirre, Dr. Gastón Pavés, Dr. Oscar González y muchos otros, lideramos el Servicio de Salud Iquique y el Hospital Regional. Recuerdo con emoción y nostalgia a Ramsés, recientemente fallecido, con su visión de futuro y su lucha por lograr un Centro Oncológico para los iquiqueños. Tarea aún pendiente. Con Oscar González dirigimos el querido Hospital y logramos crear un ambiente agradable de progreso institucional.

La lucha por el Escáner fue emblemática y abrió el camino a todo el actual desarrollo biotecnológico de nuestro querido Torres Galdámes. Y todo este desarrollo médico clínico impulsó más tarde a un entusiasta grupo de colegas liderados por Dra. Adriana Tapia, Dr. Ricardo Reyes, Dr. Alfonso Salgado, Dr. Marcos Jara, Dr. Julio Brito, y muchos más, a gestionar la primera Escuela de Medicina en Iquique. De esa obra docente egresaron sesenta médicos generales para la Región, pues la mayoría de ellos son nativos de familias nortinas, arraigadas en el Norte Grande. Lamentablemente, la codicia y el abuso de los dueños de la Universidad del Mar de entonces, determinó que nuestra Escuela de Medicina desapareciera.

Y es tarea pendiente también, el lograr nuevamente llegar a contar con ella en alguna de las universidades regionales existentes. Justamente el Libro aborda con mayores antecedentes, esta temática explicitando las razones profundas de su necesidad, lo que es apoyado 7 decididamente por el Colegio Médico, en especial por su Presidente nacional, el Dr Enrique Paris Mancilla. El Libro finaliza expresando nuestros sueños familiares y ciudadanos para Tarapacá y Chile, haciendo un humilde llamado a superar los desacuerdos, respetar las diferencias, buscar las concordancias y la armonía, junto con recuperar las confianzas en nuestros líderes sociales, políticos y empresariales, bajo la óptica de una ética social, familiar y personal.

Para terminar esta presentación del Libro, debo señalar que en estas mis Memorias, me he permitido opinar de diversos aspectos con toda libertad, solamente cuidando no ofender ni pretender tener la verdad absoluta. De conformidad con lo anterior, mis opiniones escritas sólo reflejan mis perspectivas personales, por lo cual las emito con sumo respeto. Además, declaro no tener conflictos de interés en lo que he escrito, puesto que todo lo narrado corresponde solamente a mi visión estrictamente individual.

Eduardo Olguín Sáez

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